El primer sábado del mes de Febrero se escenifica la llegada de los Caldereros húngaros a la ciudad, los cuales anuncian, a su vez, la próxima llegada del Carnaval.
Uno de los elementos más característicos de esta fiesta es el peculiar sonido que emiten los caldereros al golpear con martillos los pucheros que forman parte de su atuendo. La fiesta se complementa con cánticos y bailes de las zíngaras. La vis cómica de esta celebración la ofrece la reina, quien realmente es interpretada por un hombre.
Artzaiak e Iñudes
Se celebra al día siguiente de Caldereros, es decir, el primer domingo después de Caldereros.
Forma parte, junto con Caldereros, del preludio de los Carnavales. Se representa el galanteo de los pastores que bajaban del monte con las nodrizas. La comparsa está integrada por dantzaris, tamborreros y personajes de la época. Desde el año 1973 la escenificación de esta fiesta corre a cargo de Kresala. El momento más esperado por el público asistente al acto es cuando la nodriza lanza "el niño" al cielo. Se interpretan melodías de compositores vascos como Sarriegui.
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